Mucho por contar

Una de las claves para transformar la educación básica, primaria y secundaria, es que los docentes, los aprendices, las familias y otros colaboradores puedan contar lo que saben.

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Apenas asoma la punta del iceberg en el último informe de la OCDE sobre las competencias de las personas adultas: venimos de una larga noche educativa. Pero tenemos mucho que contar: estrategias de afrontamiento, errores y aciertos, una biografía personal y colectiva.
Por su parte, los gobiernos no invierten ni planifican donde y como es debido para que se produzca un salto cualitativo. No hay mediadores sociales en la mayoría de los centros; no se han previsto medios humanos ni materiales para una pedagogía de la comunidad de aprendizaje desde la escuela, ni desde las instituciones. Las ONG que se dedican a la educación social son las primeras en sufrir la falta de financiación.
Demasiadas familias no contemplan la educación como una oportunidad. Ven pasar la barca, pero no tienen billete de esperanza para subirse en ella. Se han acostumbrado a que ellos mismos y sus hijos sean estigmatizados desde la Primaria y, sobre todo, en la Secundaria. Aún me duele el oído interno cuando escucho que «si no estudia, a los 16 tendrá que trabajar», como una profecía por autocumplimiento. ¿Fatalismo castizo?
Si la administración no incide en esas actitudes por medio de intervenciones sociales bien planeadas, sobre la base de experiencias de éxito (que las hay), no me hablen de patria. Además del clima, es lo que nos diferencia de los países nórdicos.

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En un país cuya cultura (culturas, en plural) se sostiene sobre una constelación de experiencias, hay que recuperar los contenidos de la memoria histórica y cultural en todos los terrenos: economía y política, ecología y relaciones sociales. Eso solo es posible por medio de metodologías activas: el trabajo basado en proyectos, la clase al revés, la ludificación, el aprendizaje-servicio.
El proyecto Barco del Exilio puede presumir de haber puesto las bases para una transformación del currículum que permita tratar los contenidos de otra manera: una sociedad plural, una mente colaborativa e intercultural; identidades múltiples, todas ellas válidas, en el aprendizaje a lo largo de la vida, roles sociales complementarios en la sociedad de la comunicación y de los servicios. Pero, al mismo tiempo, un pensamiento crítico que desmonte los prejuicios y los estereotipos de la España arcaica, dormida en una religión sin humanidad, un machismo funerario, sueños imperiales y edades de oro.

Con permiso de la comedia áurea, la verdadera Edad de Oro de las culturas españolas es la hoy llamada Edad de Plata: un proyecto de reforma y regeneración que comenzó en la Institución Libre de Enseñanza y culminó en la República (frustrada). No es un análisis ideológico: incluye a Unamuno y a Ortega, junto a Esquerra Republicana o Blas Infante, a Ferrer i Guardia al lado de Giner de los Ríos, a Ana María Martínez Sagi con Dolores Ibárruri, al Padre Poveda con Miguel Hernández.

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La España de los últimos cuarenta años quiso repetir la buena experiencia; y, en muchos terrenos lo ha hecho con mayor éxito, por su incidencia social en la educación, la salud y la investigación públicas. Pero el ámbito de lo privado: la economía y la moral sigue anclado en hábitos ancestrales y en la repetición de un ciclo especulativo, que nos hunde en la miseria. Sin exagerar, lo están sufriendo millones de españoles que son más víctimas que otros, al menos.
Así pues, tenemos mucho que contar.
Hay que sacar a la luz las historias de aprendizaje personales y sociales, para que se integren en el currículum y lo transformen. No se pueden repetir estereotipos que las ciencias sociales echaron por tierra en la generación anterior: no se debe exiliar a los jóvenes, digan lo que digan los especuladores; no tenemos derecho a seguir mintiendo sobre las glorias nacionales, en un país que expulsó a la mitad de su población durante cinco siglos. Una sociedad basada en la exclusión se dirige enajenadamente al fracaso.
A ver si vuesas mercedes idean estrategias de inclusión en sus entornos reales. Los problemas reales piden ser analizados en las aulas. De otro modo, todo suena y hasta huele a falso.
Quizá este planteamiento de raíz (radicalmente plural e integrador de lo formal con lo informal), que pone a la persona por encima de la burocracia y del dinero, haya provocado que nuestro Barco tenga un efecto muy limitado. En vuestras manos está.

El N-MOOC #nMOOC es una red de aprendizaje real sobre experiencias tasadas por la práctica. No vende ídolos de oro con pies de barro, ni tampoco engaña con falacias tecnológicas. La técnica está al servicio de lo humano, o es un engaño: una forma de acumular dinero para quemarlo.
Quizá sirva lo dicho como manifiesto de una nueva educación 😉

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